LOS KAIBILES

Textos míos, de otros colegas u ong´s sobre este tema polémico como lo son: las "Maquinas de Matar" Su lema: "Si avanzo sígueme, si caigo ayúdame, si retrocedo mátame".

marzo 26, 2007

Pocos salen del infierno


Pocos salen del infierno




Para llegar a ser una máquina de guerra, los kaibiles pasan antes por severos entrenamientos durante 60 días en el corazón de la selva maya
A casi 400 kilómetros de la capital de Guatemala, en el corazón de la selva maya de El Petén, está el campamento de entrenamiento de los kaibiles (Foto: Jorge Ríos/EL UNIVERSAL)


Francisco Gómez/enviado
El Universal


Lunes 26 de marzo de 2007

EL INFIERNO CAMPAMENTO KAIBIL, POPTÚN, Guatemala.- Pocos, muy pocos salen de aquí. Quien logra hacerlo se convierte en kaibil. Un soldado de tropas de choque de élite, una máquina de guerra que cualquier ejército desearía.


A casi 400 kilómetros de la capital de Guatemala, en el corazón de la selva maya de El Petén, está el campamento de entrenamiento de los kaibiles. Aquí, la mayoría de quienes se arriesgan a cruzar por El Infierno desisten, fracasan o lo abandonan.

Muchos no alcanzan ni a pasar el examen de selección. Todos aquellos que aspiran a ser kaibiles, oficiales y tropa, son sometidos a una serie de pruebas físicas, sicológicas y médicas durante 45 días previos; sin embargo, hay quienes a pesar de aprobar esos exámenes, han muerto bajo la presión que enfrentan en el curso de 60 días.

Antes de ingresar al centro de entrenamiento y adiestramiento kaibil, el aspirante -cuya formación cuesta un millón y medio de quetzales (casi 200 mil dólares)- firma documentos que exoneran de toda responsabilidad a las autoridades de Guatemala.

"Todo es voluntario, tan así que en el momento mismo en que desean irse, como lo hace la mayoría, lo pueden hacer", dice el comandante de la brigada de fuerzas especiales, Eduardo Manuel Morales Álvarez.

Creada en 1980, durante la crisis más aguda que enfrentó Guatemala por la irrupción de la guerrilla, para esta unidad militar de élite lo fundamental es ser un soldado superior, de honor y mentalizado para cumplir cualquier misión por imposible que sea.

Para ellos el trabajo mental es fundamental, establece el coronel kaibil, Amán Valdez Castellanos. Aquí, se le transforma mentalmente, no en balde uno de sus lemas es que la mente domina al cuerpo.

Rodeado de selva, en El Infierno la temperatura promedio todo el año es entre 28 y 35 grados centígrados, porque uno de los objetivos es que el alumno trabaje en las condiciones más incómodas posibles y se acostumbre a ellas. Sólo los más fuertes resisten. Durante el curso de adiestramiento, casi a diario hay quienes se van, se dan de baja.

No hay descansos. El entrenamiento también es de noche y de madrugada. Hay quienes apenas duermen y comen, como se constató en los dos días que EL UNIVERSAL pasó en El Infierno, en donde todo esfuerzo se encamina, desde el primero de sus cursos en marzo de 1975, a crear soldados capaces de enfrentar, incluso solos, cualquier situación de crisis o emergencia militar, especialmente en una guerra irregular.

Una vez en El infierno, el curso inicia con el recibimiento a los aspirantes en el Cerro del Honor, donde se les expone el credo kaibil de siete "mandamientos", que es el dogma de fe y convicción que orienta su conducta.

Tan sólo el sexto mandamiento kaibil reza: "Me endureceré para soportar los sufrimientos, el trato duro, el dolor, el hambre, la fatiga, la sed, el calor y el frío. Porque soy un soldado superior a cualquier otro".

Inmediatamente después, comienza el entrenamiento kaibil que es real, arduo y hasta cierto grado arriesgado. "Todo está destinado a desarrollar en el individuo confianza en sí mismo, don de mando y destreza en la aplicación de la guerra irregular", explica el coronel y oficial de inteligencia, Hugo Urbina Marroquín.

El curso llega en ocasiones incluso a límites extremos. Por ejemplo, cada día y antes de que salga el sol, los alumnos deben arrojarse con todo y equipo a la fosa, correr sin dejar de gritar una y otra vez su lema: "Si avanzo sígueme, si caigo ayúdame, si retrocedo mátame".

Para los kaibiles este campo de entrenamiento es como un monasterio, y la táctica para enseñar es similar. Una y otra vez se vuelve al entrenamiento en el que se proporciona instrucción técnica, táctica y física, con el fin de incrementar en ellos -como lo hace cualquier grupo fundamentalista- la mística y las condiciones físicas para ser un "soldado superior".

Conceptos como patriotismo, disciplina, respeto, estoicismo, sacrificio, lealtad, honor, justicia, compañerismo, deberes morales y espirituales, divinidad, derechos humanos, historia, se mezclan como parte de los principios que han jurado seguir los 6 mil 65 kaibiles que se han graduado a lo largo de 32 años aquí.

La diferencia entre el día y la noche a veces se borra durante el entrenamiento, lo mismo que los grados entre los aspirantes. Todos los alumnos se identifican sólo por su número. Al momento de comer - para lo cual cuentan con dos minutos y lo que no puedan consumir en ese tiempo deben tirarlo-, sus instructores se refieren a ellos como "kaibil 18" -o el número que les corresponda-, sea un coronel o un cabo.

A los aspirantes se les exige el máximo sacrificio, muchos de ellos solicitan su baja en la primera semana. Así, poco a poco, el grupo se reduce y quedan "los más capaces y fuertes, los que logran una mayor confianza en sí mismos", dice el coronel Morales .

Deben asistir a clases técnicas en salón, incluso empapados, rendir dos veces honores a la bandera. Algunas veces, si se lo ganó por su desempeño, comer algo. Pero si no, deberá estar despierto desde la una de la mañana para empezar a remediar lo que hizo de manera deficiente.

No cumplir con todas y cada una de las acciones del curso le resta al aspirante puntos. Si de los mil con que inicia su adiestramiento baja a 699 inmediatamente está dado de baja.

En El Infierno hay una forma de motivar y hacer que el alumno se supere: gritarle a cada momento que se ve cansado, que su novia lo espera, que hay comida servida en su casa, que mejor renuncie, que se vaya a descansar a su casa, que nunca será un kaibil, cosas que a cualquier civil lo harían desistir a los 10 minutos.

Para los aspirantes a kaibil, según sus instructores, no debe haber incertidumbre para aceptar los retos que se le ponen a cada momento. "Debe vencer los desafíos, ya que para un kaibil no hay nada imposible", argumenta Morales, comandante de la brigada de fuerzas especiales de Guatemala.

Se les exige hacer uso de la fuerza, violencia, estrategia, destreza y orgullo. Sólo los debe preocupar entrenar, prepararse y cumplir sus misiones, advierte uno de los instructores.

El desgaste es tal que después del curso kaibil, una mayoría de quienes logran graduarse son ingresados a hospitales para su recuperación, se les dan vacaciones en sus unidades o entran a una fase de rehabilitación antes de regresar a sus comandos.

El grado de resistencia de un soldado de élite hace la diferencia. "El kaibil debe irse compenetrado; debe seguir con su entrenamiento, que no debe dejarlo ya nunca, no le está permitido bajar de nivel nunca jamás, pues por tradición deben ser los primeros en sus unidades o compañías, dice el coronel Valdez Castellanos, tercer hombre al mando.

Un kaibil vale por unos cinco hombres, lo hemos considerado así porque ya en su desempeño práctico es la comparación que puede hacerse por su funcionamiento y el equipo que puede manejar, así como por el tipo de misiones que cumple, agrega Valdez.

Para ilustrar mejor su idea, establece que un grupo kaibil de fuerzas especiales tiene 16 hombres y un pelotón regular tiene una composición de 37 hombres, pero la labor de patrulla para infiltrarse y desorganizar a toda una unidad enemiga lo pueden hacer solamente unos tres o cuatro.

Aunque ahora, según el jefe militar, el entrenamiento se ha suavizado y se ha adaptado a las condiciones actuales, al final, el producto es un kaibil, un soldado capaz de sobrevivir y pelear en cualquier lugar sin importarle si en la lucha va acompañado o solo.

Su condición física y entrenamiento, así como sus nuevas aptitudes y técnicas, le permitirán ser "un soldado superior, un hombre más duro y mejor dotado para sobrevivir y para llegar a ser un soldado más eficiente y superior a cualquier otro", concluye el coronel Morales Álvarez.


Narcos "acosan" a kaibiles


En busca de reclutarlos, les ofrecen hasta15 mil o 18 mil quetzales al mes.


Narcos "acosan" a kaibiles



Narcos mexicanos buscan reclutar a soldados guatemaltecos, conocidos como kaibiles. Agencias


El Universal
26 de marzo del 2007.
Texto Francisco Gómez
Foto: Jorge Ríoz
Enviados

El Infierno, Poptún., Los cárteles de la droga mexicanos y sus sicarios acosan al cuartel kaibil en busca de reclutar a los soldados de esta unidad élite, considerada entre las de mayor capacidad bélica por su preparación extrema.

La capacitación y poderío de que es capaz un kaibil ha hecho que el Ejército y la Armada de México cuenten con 38 soldados y marinos de este tipo, quienes lograron aprobar el curso para convertirse en militares de unidades élite de choque, infiltración y asalto.

Contra este objetivo alcanzado por militares mexicanos, las autoridades de México enfrentan una amenaza: la "presión" que ejercen los cárteles de las drogas o sicarios como Los Zetas, para reclutar en Guatemala a estos soldados.

"Hasta hoy no han logrado reclutar un solo kaibil en activo pese a ofrecerles hasta 15 mil o 18 mil quetzales -unos 2 mil 500 dólares o más- al mes", afirma el comandante encargado de preparar en este campamento a las nuevas generaciones, el coronel Eduardo Manuel Morales Álvarez.

Quienes se han involucrado con narcotraficantes -dice este hombre con más de 24 años en este cuerpo de fuerzas especiales de Guatemala- son sólo algunos y son tan pocos que se pueden contar con la mano.

"No eran miembros en activo del Ejército de Guatemala, eran ex militares con instrucción kaibil que fueron retirados por indisciplina, se dieron de baja por problemas o desertaron", explica respecto a los casi 15 kaibiles detenidos en México de 2005 a la fecha.

Por eso no se puede estigmatizar a todos, señala Morales Álvarez, uno de los 2 mil soldados de élite que se han formado durante los últimos 32 años, desde que fue fundada esta unidad de fuerzas especiales del Ejército guatemalteco y en la que se afirma se moldea a "máquinas humanas de guerra".

"Los narcotraficantes mexicanos y guatemaltecos que operan en la frontera sur de México y al norte del departamento de El Petén, se están burlando de los gobiernos de México y de Guatemala", advierte el jefe de esta unidad militar, a la que organizaciones no gubernamentales de este país y del extranjero acusan de masacres contra campesinos e indígenas guatemaltecos en el pasado.

Tarde o temprano los narcotraficantes deberán enfrentar la fuerza de los kaibiles, adelanta el responsable de preparar a los hombres que se distinguen por el uso de boinas guindas y el símbolo del jaguar, entre cuyas "historias negras" se cuenta la ocurrida en 1982 en el poblado indígena de Las Dos Erres, donde sus miembros ejecutaron en una sola noche a casi 180 personas, entre mujeres, niños y hombres.

De los cárteles de la droga, dice Morales, "es gente bien organizada y poderosa en recursos, pero le hacen falta principios, valores. Se elimina entre sí y desconfía de todo. Es gente que no puede trazar un plan seguro porque traiciona. Ahí mismo, en eso está nuestra fortaleza y nos va a llevar a conseguir la victoria sobre ellos".

Mexicanos adiestrados

Aquí en El Infierno, como se denomina al campamento en el que se encuentra su centro de operaciones y se prepara a los nuevos miembros de la unidad, también se ha entrenado a 350 kaibiles de otros países; de ellos, 38 pertenecen al Ejército y a la Armada de México.

De hecho, México tiene el mayor número de soldados que lograron convertirse en kaibiles, de acuerdo con el informe presentado por el Estado Mayor de ese agrupamiento. Los miembros de la escuela mexicana de fuerzas especiales perfeccionados en El Infierno, son reconocidos incluso por los kaibiles de viejo cuño.

Casi todos los que han venido aquí tienen mucha aptitud. "Tienen buena condición, los preparan de una manera increíble, algunos son hasta sobreentrenados, se les va la mano y les hemos recomendado no hacerlo porque si no, aquí se iban a terminar de morir", comenta.

Después del curso kaibil, la mayoría de los que lo aprueban ingresan a hospitales para recuperarse, les dan vacaciones o entran a una fase de rehabilitación antes de regresar a sus comandos. "El grado de resistencia de un kaibil hace la diferencia", expresa el jefe de estas fuerzas especiales.

Se considera que uno solo vale por unos cinco hombres por su desempeño, el equipo que maneja y el tipo de misiones que cumple. Un grupo está integrado por 16 hombres, y un pelotón regular tiene una organización de 37 hombres, "pero cada kaibil puede enfrentarse solo a cualquier situación", resalta. Hasta la fecha allá se han realizado 66 cursos para oficiales, con un total de mil 287 graduados; además se impartieron 91 cursos para tropa con 4 mil 778 soldados especialistas graduados a lo largo de los 32 años.

Las tentaciones

El tema de los kaibiles ligados al narcotráfico no es el que más agrada a los jefes de esta unidad de élite del Ejército de Guatemala. Les molesta, disgusta, pero aceptan hablar a cambio de respetar el sentido de sus palabras.

"Aquellos que han pasado por el adiestramiento kaibil y terminan en las filas del narcotráfico no merecen que se les llame como tales", dice el jefe del Estado Mayor de la brigada de fuerzas especiales. "Para empezar no son kaibiles, para mí no lo son", afirma.

Los Zetas son Los Zetas , no están formados sólo por kaibiles. En el mundo del narcotráfico, agrega, hay un sinfín de personalidades. Hay desde políticos hasta médicos o abogados. "Hay todo tipo de gente; por qué entonces estigmatizar a todo un cuerpo por algunos elementos que incluso ya estaban fuera de aquí", reclama Morales Álvarez.

Un dato que destacamos, indica, es que un soldado gana mil 100 quetzales al mes y Los Zetas tienen constante presión, pero "no lo han logrado, no han podido reclutar un solo kaibil en activo a pesar de que les ofrecen entre 15 y 18 mil quetzales al mes de sueldo", dice.

"Cualquiera que no tenga sus principios bien fundamentados cae en la tentación, pero mi gente no lo hace", asegura.

Una cosa más, explica: se los llevan engañados. "No les dicen ustedes se van a ir a trabajar con Los Zetas, nosotros tenemos información de que vienen y les ofrecen ir a prestar seguridad a un finquero, que van a ir a cuidar una hacienda o algo por el estilo y cuando se enteran ya están involucrados en algo fuera de la ley."

La situación de cualquier forma preocupa, resalta Morales Álvarez. "Yo estoy aquí constantemente bombardeando a mis muchachos de que no se dejen engañar, que no vale la pena caer muerto o morir fuera de la ley", comenta.

"La mayoría de mis soldados vive en comunidades muy cerradas, pequeñas, en las que todos se conocen, y entonces el peor castigo que puede recibir es la vergüenza, porque su pueblo completo lo va a señalar", indica el jefe militar.

"Yo les digo que lo que vale realmente la pena en esta vida es el reconocimiento que van a alcanzar, que la sociedad les va a reconocer que a pesar de que no ganan bien, que están mal equipados, de que iban con muchas limitaciones a cumplir su misión, al final la cumplieron."

En la región de El Petén se está formando un teatro de operaciones que involucra a toda la parte sur de México y la parte norte del departamento antes citado, en el que se encuentra la zona maya; esa actividad se está extendiendo a la parte sur del departamento, considera Morales Álvarez respecto a los movimientos del narcotráfico que se dan entre México y Guatemala.

Chiapas: detienen a 3 presuntos kaibiles

Chiapas: detienen a 3 presuntos kaibiles

El operativo, donde participó medio centenar de agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP), Agencia Federal de Investigación (AFI) y el Instituto Nacional de Migración (INM), se realizó de manera sorpresiva al tren de carga

María de Jesús Peters
El Universal
Jueves 25 de enero de 2007

ARRIAGA, Chis.- Tres presuntos kaibiles guatemaltecos, así como un soldado de origen salvadoreño, fueron detenidos junto con 97 indocumentados centroamericanos la tarde de este miércoles durante un operativo en el tren de la empresa Chiapas-Mayab.
El operativo, donde participó medio centenar de agentes de la Policía Federal Preventiva (PFP), Agencia Federal de Investigación (AFI) y el Instituto Nacional de Migración (INM), se realizó de manera sorpresiva al tren de carga.


A bordo de unos 18 vagones que eran jalados por la máquina número 8850, viajaban como mosca unos 300 hombres, mujeres y niños, que intentaban llegar a Estados Unidos.


Durante el operativo fueron detenidos Jorge Altamirano y/o Francisco López, Marcelo Nicolás Navinchoc Herrera y Melvin García Pérez, quienes dijeron ser kaibiles, así como un menor de un año de edad.


En esta acción también fueron detenidos 54 guatemaltecos, 31 hondureños, un nicaragüense y 12 salvadoreños, entre ellos José Blas Antonio Guevara, quien dijo pertenecer al Ejército de ese país.

Los sin papeles fueron trasladados a la estación migratoria de Tapachula, para ser repatriados a sus países de origen.

GUATEMALA



En busca de reclutarlos, les ofrecen hasta15 mil o 18 mil quetzales al mes.


Narcos "acosan" a kaibiles




Narcos mexicanos buscan reclutar a soldados guatemaltecos, conocidos como kaibiles. Agencias

El Universal. 26 de marzo del 2007.
El Infierno, Poptún., Los cárteles de la droga mexicanos y sus sicarios acosan al cuartel kaibil en busca de reclutar a los soldados de esta unidad élite, considerada entre las de mayor capacidad bélica por su preparación extrema.

La capacitación y poderío de que es capaz un kaibil ha hecho que el Ejército y la Armada de México cuenten con 38 soldados y marinos de este tipo, quienes lograron aprobar el curso para convertirse en militares de unidades élite de choque, infiltración y asalto.

Contra este objetivo alcanzado por militares mexicanos, las autoridades de México enfrentan una amenaza: la "presión" que ejercen los cárteles de las drogas o sicarios como Los Zetas, para reclutar en Guatemala a estos soldados.

"Hasta hoy no han logrado reclutar un solo kaibil en activo pese a ofrecerles hasta 15 mil o 18 mil quetzales -unos 2 mil 500 dólares o más- al mes", afirma el comandante encargado de preparar en este campamento a las nuevas generaciones, el coronel Eduardo Manuel Morales Álvarez.

Quienes se han involucrado con narcotraficantes -dice este hombre con más de 24 años en este cuerpo de fuerzas especiales de Guatemala- son sólo algunos y son tan pocos que se pueden contar con la mano.

"No eran miembros en activo del Ejército de Guatemala, eran ex militares con instrucción kaibil que fueron retirados por indisciplina, se dieron de baja por problemas o desertaron", explica respecto a los casi 15 kaibiles detenidos en México de 2005 a la fecha.

Por eso no se puede estigmatizar a todos, señala Morales Álvarez, uno de los 2 mil soldados de élite que se han formado durante los últimos 32 años, desde que fue fundada esta unidad de fuerzas especiales del Ejército guatemalteco y en la que se afirma se moldea a "máquinas humanas de guerra".

"Los narcotraficantes mexicanos y guatemaltecos que operan en la frontera sur de México y al norte del departamento de El Petén, se están burlando de los gobiernos de México y de Guatemala", advierte el jefe de esta unidad militar, a la que organizaciones no gubernamentales de este país y del extranjero acusan de masacres contra campesinos e indígenas guatemaltecos en el pasado.

Tarde o temprano los narcotraficantes deberán enfrentar la fuerza de los kaibiles, adelanta el responsable de preparar a los hombres que se distinguen por el uso de boinas guindas y el símbolo del jaguar, entre cuyas "historias negras" se cuenta la ocurrida en 1982 en el poblado indígena de Las Dos Erres, donde sus miembros ejecutaron en una sola noche a casi 180 personas, entre mujeres, niños y hombres.

De los cárteles de la droga, dice Morales, "es gente bien organizada y poderosa en recursos, pero le hacen falta principios, valores. Se elimina entre sí y desconfía de todo. Es gente que no puede trazar un plan seguro porque traiciona. Ahí mismo, en eso está nuestra fortaleza y nos va a llevar a conseguir la victoria sobre ellos".

Mexicanos adiestrados

Aquí en El Infierno, como se denomina al campamento en el que se encuentra su centro de operaciones y se prepara a los nuevos miembros de la unidad, también se ha entrenado a 350 kaibiles de otros países; de ellos, 38 pertenecen al Ejército y a la Armada de México.

De hecho, México tiene el mayor número de soldados que lograron convertirse en kaibiles, de acuerdo con el informe presentado por el Estado Mayor de ese agrupamiento. Los miembros de la escuela mexicana de fuerzas especiales perfeccionados en El Infierno, son reconocidos incluso por los kaibiles de viejo cuño.

Casi todos los que han venido aquí tienen mucha aptitud. "Tienen buena condición, los preparan de una manera increíble, algunos son hasta sobreentrenados, se les va la mano y les hemos recomendado no hacerlo porque si no, aquí se iban a terminar de morir", comenta.

Después del curso kaibil, la mayoría de los que lo aprueban ingresan a hospitales para recuperarse, les dan vacaciones o entran a una fase de rehabilitación antes de regresar a sus comandos. "El grado de resistencia de un kaibil hace la diferencia", expresa el jefe de estas fuerzas especiales.

Se considera que uno solo vale por unos cinco hombres por su desempeño, el equipo que maneja y el tipo de misiones que cumple. Un grupo está integrado por 16 hombres, y un pelotón regular tiene una organización de 37 hombres, "pero cada kaibil puede enfrentarse solo a cualquier situación", resalta. Hasta la fecha allá se han realizado 66 cursos para oficiales, con un total de mil 287 graduados; además se impartieron 91 cursos para tropa con 4 mil 778 soldados especialistas graduados a lo largo de los 32 años.

Las tentaciones

El tema de los kaibiles ligados al narcotráfico no es el que más agrada a los jefes de esta unidad de élite del Ejército de Guatemala. Les molesta, disgusta, pero aceptan hablar a cambio de respetar el sentido de sus palabras.

"Aquellos que han pasado por el adiestramiento kaibil y terminan en las filas del narcotráfico no merecen que se les llame como tales", dice el jefe del Estado Mayor de la brigada de fuerzas especiales. "Para empezar no son kaibiles, para mí no lo son", afirma.

Los Zetas son Los Zetas , no están formados sólo por kaibiles. En el mundo del narcotráfico, agrega, hay un sinfín de personalidades. Hay desde políticos hasta médicos o abogados. "Hay todo tipo de gente; por qué entonces estigmatizar a todo un cuerpo por algunos elementos que incluso ya estaban fuera de aquí", reclama Morales Álvarez.

Un dato que destacamos, indica, es que un soldado gana mil 100 quetzales al mes y Los Zetas tienen constante presión, pero "no lo han logrado, no han podido reclutar un solo kaibil en activo a pesar de que les ofrecen entre 15 y 18 mil quetzales al mes de sueldo", dice.

"Cualquiera que no tenga sus principios bien fundamentados cae en la tentación, pero mi gente no lo hace", asegura.

Una cosa más, explica: se los llevan engañados. "No les dicen ustedes se van a ir a trabajar con Los Zetas, nosotros tenemos información de que vienen y les ofrecen ir a prestar seguridad a un finquero, que van a ir a cuidar una hacienda o algo por el estilo y cuando se enteran ya están involucrados en algo fuera de la ley."

La situación de cualquier forma preocupa, resalta Morales Álvarez. "Yo estoy aquí constantemente bombardeando a mis muchachos de que no se dejen engañar, que no vale la pena caer muerto o morir fuera de la ley", comenta.

"La mayoría de mis soldados vive en comunidades muy cerradas, pequeñas, en las que todos se conocen, y entonces el peor castigo que puede recibir es la vergüenza, porque su pueblo completo lo va a señalar", indica el jefe militar.

"Yo les digo que lo que vale realmente la pena en esta vida es el reconocimiento que van a alcanzar, que la sociedad les va a reconocer que a pesar de que no ganan bien, que están mal equipados, de que iban con muchas limitaciones a cumplir su misión, al final la cumplieron."

En la región de El Petén se está formando un teatro de operaciones que involucra a toda la parte sur de México y la parte norte del departamento antes citado, en el que se encuentra la zona maya; esa actividad se está extendiendo a la parte sur del departamento, considera Morales Álvarez respecto a los movimientos del narcotráfico que se dan entre México y Guatemala.