LOS KAIBILES

Textos míos, de otros colegas u ong´s sobre este tema polémico como lo son: las "Maquinas de Matar" Su lema: "Si avanzo sígueme, si caigo ayúdame, si retrocedo mátame".

junio 11, 2006

EZLN retó a kaibiles en 1994

Bienvenidos a la pesadilla, reto del EZLN a kaibiles
isaín mandujano/ apro
* En diciembre de 1994, Marcos alertó sobre la incursión de militares guatemaltecos


Tuxtla Gutiérrez, Chis.,- A finales de 1994, el subcomandante Marcos, líder y vocero del EZLN, reveló por primera ocasión la existencia de kaibiles en la Selva Lacandona, a los que incluso retó: “Bienvenidos a la pesadilla”.

En una entrevista publicada en diciembre de 1994 en Proceso, el vocero de los rebeldes confirmó la infiltración de estas “máquinas de matar” en territorio zapatista, pero de nada sirvió, según él, pues “a nosotros nos da risa, porque sí sabemos lo que les pasa a los kaibiles con la guerrilla guatemalteca.

“Hemos recogido pedazos de kaibiles muertos, destrozados, hechos trozos, porque se meten mucho acá… Hemos encontrado decenas de cuerpos y a nosotros no nos espanta eso de que se comen los pollos vivos y se beben la sangre”, dijo Marcos, cuando se refirió por vez primera a esos cuerpos de elite militar del país vecino.

En ese mismo texto, el Departamento de Información y Divulgación el Ejército Guatemalteco reveló que, desde el levantamiento del EZLN, aumentó el número de militares mexicanos que buscaban capacitarse en el “Centro de Adiestramientos de Fuerzas Especiales Kaibil”.

“Se entregan de lleno al curso de comando. El Ejército Mexicano ha tenido cuidado al seleccionar a su personal, que luego del adiestramiento son unos grandes guerreros”, puntualizó.

Combate en la jungla

El adiestramiento kaibil es el más idóneo para los militares mexicanos, pues la jungla de este país es similar a la de Guatemala, aunque eso sí, el territorio donde opera el EZLN es más grande que la selva del Petén.

El documento reseña que en la entrada del centro de adiestramiento se lee, “Bienvenido al infierno”, bajo el lema que es la consigna de los kaibiles: “¡Si avanzo, sígueme; si me detengo, aprémiame; si retrocedo, mátame!”.

Las pruebas a las que son sometidos los kaibiles son las más altamente calificadas en la lucha antiinsurgente latinoamericana, y consisten en pasar largas temporadas dentro de la selva sin dormir ni comer. O bien alimentarse con carne cruda de animales silvestres.

“Un egresado de la escuela kaibil sale con una mentalidad de que por sí solo puede enfrentar hasta 50 enemigos”, dice el informe del departamento de Información del ministerio de Defensa de Guatemala.

Graduarse de kaibil no es cosa fácil, “algunos sufren daños sicológicos y otros incluso llegan a morir en el intento”.

El adiestramiento es una mezcla de ránger americano, de lancero brasileño y de comando de elite del Perú, y ha sido impartido a muchos oficiales mexicanos.

Alumno destacado

Enrique Oyarbides, un militar de la Armada de México, originario de Campeche, es uno de los egresados con la más alta calificación, mil puntos, que casi ningún oficial latinoamericano que asiste a esa escuela lo logra. Por ello mismo fue condecorado con honores.

Esa escuela surgió como una respuesta al conflicto armado en Guatemala, cuya guerrilla empezó a tener entre sus filas a insurgentes supuestamente entrenados en Vietnam, Bulgaria, Checoslovaquia, Rusia y China.

“El Ejército de Guatemala tenía que dar respuesta al nivel de combate que estaban planteando los grupos terroristas, por lo que el kaibil es un guerrero duro combatiendo en la selva”, refiere el texto.

El centro fundado en 1974 bajo el nombre de Escuela de Comandos lo fue hasta 1979, en que se modificó su denominación por Centro de Adiestramiento Kaibil.

Un punto del decálogo kaibil es que “lo posible está hecho; lo imposible, se hará.

“Siempre atacar, siempre avanzar. En la confusión y el desorden, el kaibil será quien domine la situación. Su ataque será planeado en secreto, seguridad y astucia; lo conducirá con fuerza, vigor y agresividad. Su arma fundamental es la sorpresa. No trata de cumplir una misión, la cumple; sabe que resistir no significa solamente el juramento de hacerlo, sino también no retroceder ante nada”.

“Al ser emboscado acompañado del máximo volumen de fuego, se lanza al asalto aniquilador. El kaibil es una máquina de matar cuando fuerzas o doctrinas extrañas atentan contra la patria y el Ejército”.

Quien se duerme durante una patrulla, abandona su armamento, da muestras de inconformidad, fuma durante operaciones tácticas, se insubordina, muestra imprudencia temeraria, miente, roba, finge enfermedades o titubea, no puede ser un kaibil, se advierte.

El que pasa un curso sale preparado para comandante o jefe de pequeñas unidades, con instrucción técnica, táctica, física y mental.

Comer perro

Una de las muchas anécdotas que se reseñan en torno a la escuela kaibil, es que cuando recién llegan los principiantes, les entregan un pequeño perro, al cual tienen que cuidar, dar de comer, bañar y dar atenciones para lograr establecer un vínculo muy estrecho entre el aspirante y el canino.

Una de las órdenes de los instructores casi al concluir el curso es que tienen que matar al can, no con arma blanca o de fuego sino con sus propias manos. Otros más dicen que incluso los obligan a comérselo.

Sobre este cuerpo de elite militar se han escrito muchas historias terroríficas: matanzas y demás violaciones a los derechos humanos que han dado pie a varias novelas, como la de Otto-Raúl González que, bajo el auspicio de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), escribió Kaibil.

En ella narra la historia de Pedro Pérez Abaj, un indígena maya quiché que su máxima aspiración era ser kaibil y obtener todas las condecoraciones. Ante el rechazo de su padre, se fue de casa para emprender una cacería contra los grupos guerrilleros de ese país y torturar a todo aquel que simpatizara con el movimiento.

Cuando en una ocasión se pregunta qué es un kaibil, recuerda que es un soldado a quien sus superiores han entrenado para matar. ¿Para matar a quién? A los enemigos del gobierno y de la patria: los comunistas, sus parientes y sus amigos. Esa era la parte teórica que le habían enseñado, la sutil teoría con que se le había lavado el cerebro.

Respecto de la práctica ya casi era un experto en el manejo de toda clase de armas de fuego: revólveres, rifles, metralletas de corto y largo alcance, granadas de mano, lanzagranadas, bazucas, bombas molotov, etcétera. Y no sólo armas de fuego: bayoneta, machete, cuchillo, navaja, daga, verduguillo...

Cuando en una ocasión al kaibil con grado de sargento, Pérez Abaj, le ordenan formar parte de un grupo para reprimir la toma de una finca, por parte de campesinos encabezados por su padre, titubeó sobre reprimir a los labriegos, y más cuando le dijeron que su misión era eliminar personalmente al líder.

“Pero es mi tata”, arguyó el kaibil. “Sí, pero yo te he dicho que es un co-mu-nis-ta”, replicó el teniente, “y vos estas precisamente para eso, para matar a los comunistas. ¿O no…?” “Sí, mi teniente”.

“Un kaibil no tiene conciencia, no tiene pensamientos propios, simplemente recibe órdenes, no las discute y jamás se raja a la hora de cumplir con el deber. ¿Entendido?” “Sí, mi teniente”. Se cuadró y se dio media vuelta y se fue a reunir con sus compañeros.

Su figura era siniestra, parecía que una bomba de tiempo le hubiese estallado en las manos. Se palpó la 45 y emitió una inocente risita de hiena...